miércoles, 27 de septiembre de 2023

La riqueza de una Cantera

Después de dos años de pandemia, fuimos recuperando poco a poco nuestros espacios de interacción personal y profesional. Entre ellos, la Cantera,1 una iniciativa de intercambio y aprendizaje destinada a traductores literarios noveles de diversos idiomas al español concebida y organizada por alitral (Alianza Iberoamericana para la Promoción de la Traducción Literaria). Para quienes no la conocen, alitral es una asociación de asociaciones de traductores integrada por Argentina, Brasil, Colombia, España y México.

Con la pandemia ya superada, los miembros de alitral pusieron rápidamente manos a la obra. Este año el país anfitrión sería España, y ACE Traductores, la asociación española de traductores literarios, con un dinamismo fuera de serie, organizó en tiempo récord una semana inolvidable para quienes tuvimos el privilegio de disfrutarla. Porque ACE Traductores, con la querida Marta a la cabeza, eligió como sede a la bella Alcalá de Henares, tierra de Cervantes, y la AATI me eligió a mí para representarla en Alcalá como tallerista para el grupo de traductores de inglés. Elección que me honraba y me obligaba a una clara correspondencia.

Recuperada de la sorpresa y la emoción, empecé con los preparativos: leer muchos cuentos para seleccionar el material para traducir, lavar ropa de verano, pero llevar algún abrigo, revisar apuntes y bibliografía, no olvidar de empacar mate y bombilla, repasar los principios de alitral, ¿zapatos o sandalias?, hablar con Magdalena [Iraizoz], de CADRA, para actualizar los datos que tenía sobre los traductores, ¿habrá secador de pelo? Y así, en medio de este revuelo caótico y entusiasta, llegó el día de la partida.

La universidad de Alcalá de Henares, donde se desarrollaban los talleres, tenía en el fondo de sus jardines una coqueta residencia donde nos alojábamos profesores y alumnos (talleristas y canteristas, en la jerga local). Este marco fue una gran oportunidad para que, ya desde la hora del desayuno, todos los participantes de la Cantera nos vinculáramos por encima de cualquier diferencia en cuanto a idiomas de trabajo, variedad lingüística del español, edad o experiencia. En menos de 24 horas ya nos sentimos como en casa y parte de una familia.

Los talleres se desarrollaban durante las mañanas, de 9 a 14. Trabajé muy cómodamente con mi compañero de equipo, Andrés Catalán, un excelente traductor español a quien no conocía y que con muy poca antelación debió reemplazar a quien iba a ser mi coéquipier, el traductor colombiano Mateo Cardona, que a último momento no pudo viajar. Las clases fueron espacios sumamente ricos de intercambio y aprendizaje por múltiples motivos: el entusiasmo y compromiso de todos, las variantes del es una publicación de la AATI español presentes en el aula, el diferente recorrido académico de los canteristas, la experiencia de Andrés como exeditor, así como su oído especial por su trayectoria como poeta. Y podría seguir.

Un hito en el camino fue la charla virtual que mantuvimos con el autor irlandés de uno de los cuentos elegidos. Rónán Hession estaba igual o más entusiasmado que los chicos con la propuesta de dialogar con ese grupo alucinado de traductores que no paraba de hacerle preguntas sobre el cuento. Fue una experiencia sumamente interesante y, a la vez, conmovedora, cuando todos comprendimos a través de sus palabras el profundo reconocimiento y respeto que siente por la labor de los traductores.

No terminó ahí la cosa. ACE Traductores organizó una agenda colmada de actividades interesantes que nadie quiso jamás perderse, a pesar del cansancio que íbamos acumulando día a día. Hubo un amplio abanico de propuestas que incluyeron charlas sobre la importancia del rol que cumplen las asociaciones de traductores, charlas sobre derechos de propiedad intelectual y condiciones contractuales, visitas a la Biblioteca Nacional de España, a la Feria del Libro de Madrid, actividades de traducción en la Feria del Libro, visitas al Depósito Legal, a la exposición del último Premio Cervantes, al museo de Artes Gráficas, a librerías interesantes, a la bella Alcalá, charlas con editores, autores, críticos, correctores, etc., etc. En los pocos momentos libres que nos quedaban dormíamos para reponernos.

En lo personal, fue una experiencia maravillosa y revitalizante de la que aprendí mucho y a la que espero haber podido contribuir para beneficio de otros.

No puedo terminar mi reseña sin agradecer a todos los que hicieron posible esta hermosa experiencia profesional y humana, a riesgo de olvidarme de alguien. En primer lugar, a la Comisión Directiva de la AATI por haberme regalado esta oportunidad; a Alejandra Rogante y Estela Consigli por su absoluta disponibilidad y generosidad para responder a mis incontables preguntas y pedidos; al Ministerio de Relaciones Exteriores por haber seleccionado por primera vez un proyecto vinculado a la traducción para otorgar un pasaje aéreo y facilitar así este encuentro; a la FIT por asignarle importancia al proyecto al haber ofrecido una generosa contribución económica; a ACE Traductores, en cabeza de Marta Sánchez-Nieves y Mateo Pierre Avit, por su asombrosa mezcla de eficiencia, capacidad organizativa, calidez y hospitalidad; a Mateo Cardona por compartir los preparativos de las clases que lamentablemente no pudo dar; a Andrés Catalán por reemplazar a Mateo y sumarse al proyecto con tan poca antelación y discutir los textos y las traducciones con solidez y compromiso; a profesores inolvidables como Arturo, Itziar, Luis y Mateo Pierre. A tantos traductores españoles con quienes compartimos charlas, risas y alguna copita e hicieron más amena nuestra estadía, como Lydia, Julia, David.

Por último, agradezco —en estricto orden alfabético porque los recuerdo y los recordaré a todos con el mismo cariño— a los traductores noveles que participaron en mis clases: Adrián, Ana, Ankara, Gudrun, Juan, Julieta, María y Violeta.


Julia Benseñor es traductora literaria y técnico-científica y traductora pública de inglés con más de treinta y cinco años de experiencia y más de treinta libros de ficción y no ficción traducidos. Es, además, correctora de estilo. Durante casi veinte años, fue docente de traducción literaria en el IES en Lenguas Vivas Juan R. Fernández. En la actualidad, colabora activamente con la AATI y es prosecretaria de CADRA, en representación de los traductores en su condición de autores de obra derivada.


[1] Una de las primeras cosas que me pregunté cuando supe de la existencia de alitral y su querida Cantera era… ¿por qué le han puesto ese nombre: Cantera? Para mí, una cantera era una especie de mina de donde se extraen piedras para la construcción o algo parecido, definición que no respondía en absoluto a aquello a lo que se supone me enfrentaría. Entonces, busqué y aprendí que cantera es también un “lugar, institución, etc., de procedencia de individuos especialmente dotados para una determinada actividad”. Quedé aliviada, entonces, al saber que no tendría que agarrar el pico y la pala.


Este artículo fue publicado por primera vez en Calidoscopio 2023-3.

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