miércoles, 4 de septiembre de 2019

Crónica de la Cantera de Traductores 2018 (México)


Alianza Iberoamericana para la Promoción de la Traducción Literaria (ALITRAL)
Cantera de Traductores 2018

Por Elena Preciado Gutiérrez

Aquella mañana despejada del jueves 12 de abril de 2018, a través de la ventanilla del avión, observaba los automóviles de Ciudad de México, cada vez más pequeños, más lejanos; tanta gente con sus sueños y empleos, tantas maneras de pensar y de comunicarse.

Volamos a Bogotá, Colombia. En el aeropuerto nos esperaba Mateo Cardona. Poco a poco llegamos todos los participantes, nos presentamos y fuimos a comer. Y ahí se rompió el hielo.

Carlos Fortea, Ma. Carmen de Bernardo, Ana González y Ana Flecha de la Sección Autónoma de Traductores de Libros de la Asociación Colegial de Escritores de España (ACE Traductores); Estela Consigli, Melina Blostein y Ezequiel Martínez de la Asociación Argentina de Traductores e Intérpretes (AATI), Claudia Cabrera, Arturo Vázquez Barrón, Roberto Rueda, Rocío Aguilar, Ricardo Ruiz y yo de la  Asociación Mexicana de Traductores Literarios (Ametli); Camila Fadda de Chile, Margarita López y Mateo Cardona de la Asociación Colombiana de Traductores, Terminólogos e Intérpretes (ACTTI)… todos sentados alrededor de una gran mesa inmersos en una animada charla sobre nuestra lengua y sus variantes.

 Al día siguiente, Arturo, Mateo, Carlos, Claudia, Estela y Roberto inauguraron la Cantera de Traductores 2018.


Después, Arturo dio la conferencia inaugural titulada La importancia de los diferentes españoles. Fue muy interesante, sobre todo porque aprendimos que no está «mal» escribir diminutivos y cosas propias de nuestra lengua. Ahora, todos los traductores noveles que lo escuchamos podemos defender nuestro español de ése que los editores llaman «neutro». La Cantera nos empezó a dar las herramientas y la seguridad para hacerlo.

Más tarde, el grupo se dividió en tres y quedaron armadas las secciones previstas: inglés-español, alemán-español y francés-español. Los de francés  tuvimos la primera práctica de traducción con Arturo y Estela. En un salón con hermosas sillas y una ventana que mostraba los verdes jardines, nos presentamos de manera más profesional. Esta acción que parece tan normal en un grupo nuevo, tuvo una vertiente importantísima: conocer nuestro trabajo nos dio el entendimiento de por qué cada quién tradujo de tal o cual manera. 

Al terminar la comida, tuvimos la primera clase de traductología titulada Tipología del error I. Carlos y Arturo enseñaron que debemos soltar y no obsesionarnos con las palabras, es decir, aceptar que el error en traducción es hasta cierto punto inevitable, por muy diferentes razones, que lo realmente importante es aprender a identificar las razones de por qué puede ocurrir un error. Y que lo necesario es lograr que esos errores sean mínimos haciendo nuestro trabajo lo mejor que podamos. En esta charla aprendimos que sí, toda traducción es traicionera en algún punto, pero que eso no tiene por fuerza que ser un estigma.

La mañana del sábado 14 de abril el aroma del tintico inundaba la antigua cocina de la Hacienda Yerbabuena, una hacienda sabanera tradicional de siglo XVIII. Reunidos ahí, charlábamos con los compañeros colombianos de los otros grupos: Paula Gutiérrez, Jeanette Insignares, Alexánder Martínez, Estefanía Angueyra, Bertha Barba, Maritza García, Daniela Arias, Clara de Borrero, Alfonso Conde, Juan David Escobar y Andrés Prada. Entrábamos, salíamos y socializábamos conocimientos entre la vegetación de los jardines: desde qué es el ajiaco y cómo se prepara hasta la importancia de la pragmática, pasando por especies de pájaros, aspectos lingüísticos y canciones de Drexler. Así fueron todas las mañanas.

Después tuvimos práctica de traducción y entramos de lleno en el texto. Estas clases fueron increíbles. Aprendimos, recordamos y reafirmamos conocimientos como: la estructura para trabajar un texto (léxico, morfosintáctico, metalingüístico y pragmático), el régimen genitivo directo en francés y oblicuo en español, las referencias exofóricas y endofóricas, las unidades de tiempo abiertas y cerradas, las subordinadas relativas adjetivas explicativas o especificativas… También entendimos que, como traductores, tenemos un compromiso cultural. Por ejemplo, el desmitificar Grecia en el texto que trabajamos.

Con un clima espléndido y el sol atravesando suaves nubes, el domingo 15 de abril de 2018, preparamos nuestras cosas y nos fuimos de turistas al Parque de la sal, en Zipaquirá. Es un lugar único donde se combinan el arte y la explotación minera. Visitamos la plaza, el domo, la mina, el museo de la salmuera y, claro, la catedral de sal: uno de los lugares más increíbles de la tierra.

Luego visitamos el museo arqueológico, probamos unas deliciosas tiritas de mango en la plaza principal y cenamos en un cafecito tradicional que tenía libros de poesía en las mesas.

El lunes volvimos a las prácticas de traducción en la mañana. Durante la comida, Alex nos dio una sorpresa: las frutas de Colombia. Fue increíble, una fiesta para los sentidos. Los colores, olores, sabores y nombres de cada fruta provocaron un éxtasis de conocimiento nuevo: uchuva, lulo, marañón, corozo, chontaduro, borojó, camu camu, arazá y muchas más rodando por la mesa y mi cabeza.

En la tarde tuvimos dos charlas muy interesantes sobre temas propios de la profesión. En la primera, Cómo proponer el proyecto de traducción, Roberto Rueda Monreal nos dio muchos consejos e ideas para lograr que una editorial nos publique. La segunda, Derechos de autor, fue un enfoque comparativo entre Carlos, Mateo, Arturo y Estela. Esta plática fue muy especial para mí porque me hizo ser consciente de que soy una creadora, no una simple prestadora de servicios.

Tras el tintico y la charla matutina del 17 de abril entramos a la práctica de traducción. Nuestro autor invitado fue Nicolas Verdan. Teníamos muchas preguntas y comentarios sobre el fragmento de su novela Le mur grec. Fue muy enriquecedor conocer un autor y aprender sobre sus elecciones, intensiones, procesos, conflictos y demás.

En la tarde nos dieron una visita guiada a las instalaciones del Sello Editorial Instituto Caro y Cuervo. Ahí vi algo que me conmovió y sorprendió mucho: ¡la digitación de textos en un linotipo original! Un linotipo es una máquina que funciona con fuentes en bronce, dentro de un magazín que las distribuye y un crisol que funde lingotes de plomo con las letras (tipiadas por el linotipista para trascribir un texto que se producirá en tipografía). Fue increíble, es de esas cosas que ya casi no existen en la actualidad.

El miércoles 18 de abril de 2018 fue nuestro último día en Chía. Por la mañana tuvimos prácticas. Al convivir con otros descubrí que trabajo bastante bien. Quizá como siempre estamos solos frente a la computadora no tenemos puntos de referencia. Me gustó notar detalles pequeños como: la ubicación de la pantalla del original (Ana Flecha la pone a la izquierda, Claudia Cabrera arriba, Carlos Fortea abajo y yo a la derecha); escuchar que a los demás les gusta traducir porque aprenden mucho (siempre lo he pensado); que puedo ser diferentes voces y personas (como un actor); los vocablos nuevos y comparaciones que hacíamos entre palabras (tan divertido); entre otros.

Por la tarde Arturo nos dio un taller de traductología titulado Crítica de traducción. Fue muy revelador. A partir de un texto de Jules Renard, comparamos las traducciones de Genaro Estrada, Juan José Arreola y José Emilio Pacheco.

Después, entre aplausos, se llevó a cabo la clausura y la entrega de diplomas. Sentada junto a Paula, reafirmé mi deseo de contribuir a la mejora de nuestra profesión. Mateo Cardona cerró con esta frase: «La gota que es capaz de horadar la piedra ha empezado a gotear hoy». Yo quiero ser una de esas gotas.

En la noche hicimos una reunión de despedida en la que intercambiamos ideas, proyectos, dulces típicos, videos graciosos, impresiones de la vida, fue simplemente maravillosa.

Los amantes de los libros en la FILBo son como niños en juguetería. El jueves 19 llegamos a Bogotá y todos nos dispersamos un poco. Por ejemplo, la escritora suiza Leta Semaden, Claudia y yo fuimos al Museo del oro y a dar la vuelta por la Plaza de Bolívar.

Pero la fuerza gravedad de ese objeto con letras llamado libro nos atrajo hacía sí y el viernes 20 realizamos varias actividades en la FILBo. Entre ellas: Encuentro de autores con editores, Rueda de prensa con medios, Presentación de Claudia Cabrera: El traductor de cristal, Presentación de ALITRAL y de la Cantera de Traductores, Presentación de los autores invitados y obras seleccionadas para la Cantera.

La Cantera de Traductores de la Alianza Iberoamericana para la Promoción de la Traducción Literaria fue un parteaguas en mi carrera profesional. Aprendí que debo tener confianza en mí y en mi trabajo. Todos los conocimientos de los organizadores y su sencillez y carisma para transmitirlos hicieron eco en mí. Quiero participar en la promoción la traducción al español de obras literarias escritas en francés y cada día perfeccionar mi desempeño profesional como traductora.

Además, las amistades forjadas en sólo siete días trascienden fronteras (Argentina, México y Colombia en Francia).

La experiencia de la Cantera me empoderó y me dio el empuje para defender lo que hago. Guardo tres frases en el corazón: «Créetela», «Si estás segura de que tu traducción está bien, podrás defenderla desde el principio» y «Que el trabajo te respalde».

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