Alianza
Iberoamericana para la Promoción de la Traducción Literaria (ALITRAL)
Cantera de
Traductores 2018
Por Elena Preciado
Gutiérrez
Aquella mañana despejada del jueves 12 de abril de 2018,
a través de la ventanilla del avión, observaba los automóviles de Ciudad de
México, cada vez más pequeños, más lejanos; tanta gente con sus sueños y
empleos, tantas maneras de pensar y de comunicarse.
Volamos a Bogotá, Colombia. En el
aeropuerto nos esperaba Mateo Cardona. Poco a poco llegamos todos los
participantes, nos presentamos y fuimos a comer. Y ahí se rompió el hielo.
Carlos Fortea, Ma. Carmen de
Bernardo, Ana González y Ana Flecha de la Sección Autónoma de Traductores de
Libros de la Asociación Colegial de Escritores de España (ACE Traductores);
Estela Consigli, Melina Blostein y Ezequiel Martínez de la Asociación Argentina
de Traductores e Intérpretes (AATI), Claudia Cabrera, Arturo Vázquez Barrón,
Roberto Rueda, Rocío Aguilar, Ricardo Ruiz y yo de la Asociación Mexicana de Traductores Literarios
(Ametli); Camila Fadda de Chile, Margarita López y Mateo Cardona de la Asociación
Colombiana de Traductores, Terminólogos e Intérpretes (ACTTI)… todos sentados
alrededor de una gran mesa inmersos en una animada charla sobre nuestra lengua
y sus variantes.
Después, Arturo dio la
conferencia inaugural titulada La importancia de los diferentes españoles.
Fue muy interesante, sobre todo porque aprendimos que no está «mal» escribir
diminutivos y cosas propias de nuestra lengua. Ahora, todos los traductores
noveles que lo escuchamos podemos defender nuestro español de ése que los
editores llaman «neutro». La Cantera nos empezó a dar las herramientas y la seguridad
para hacerlo.
Más tarde, el grupo se dividió en
tres y quedaron armadas las secciones previstas: inglés-español, alemán-español
y francés-español. Los de francés tuvimos
la primera práctica de traducción con Arturo y Estela. En un salón con hermosas
sillas y una ventana que mostraba los verdes jardines, nos presentamos de
manera más profesional. Esta acción que parece tan normal en un grupo nuevo,
tuvo una vertiente importantísima: conocer nuestro trabajo nos dio el
entendimiento de por qué cada quién tradujo de tal o cual manera.
Al terminar la comida, tuvimos la
primera clase de traductología titulada Tipología del error I. Carlos y
Arturo enseñaron que debemos soltar y no obsesionarnos con las palabras, es
decir, aceptar que el error en traducción es hasta cierto punto inevitable, por
muy diferentes razones, que lo realmente importante es aprender a identificar
las razones de por qué puede ocurrir un error. Y que lo necesario es lograr que
esos errores sean mínimos haciendo nuestro trabajo lo mejor que podamos. En
esta charla aprendimos que sí, toda traducción es traicionera en algún punto, pero
que eso no tiene por fuerza que ser un estigma.
La mañana del sábado 14 de abril
el aroma del tintico inundaba la antigua cocina de la Hacienda Yerbabuena, una
hacienda sabanera tradicional de siglo XVIII. Reunidos ahí, charlábamos con los
compañeros colombianos de los otros grupos: Paula Gutiérrez, Jeanette
Insignares, Alexánder Martínez, Estefanía Angueyra, Bertha Barba, Maritza
García, Daniela Arias, Clara de Borrero, Alfonso Conde, Juan David Escobar y
Andrés Prada. Entrábamos, salíamos y socializábamos conocimientos entre la vegetación
de los jardines: desde qué es el ajiaco y cómo se prepara hasta la importancia
de la pragmática, pasando por especies de pájaros, aspectos lingüísticos y
canciones de Drexler. Así fueron todas las mañanas.
Después tuvimos práctica de
traducción y entramos de lleno en el texto. Estas clases fueron increíbles. Aprendimos,
recordamos y reafirmamos conocimientos como: la estructura para trabajar un texto
(léxico, morfosintáctico, metalingüístico y pragmático), el régimen genitivo directo
en francés y oblicuo en español, las referencias exofóricas y endofóricas, las
unidades de tiempo abiertas y cerradas, las subordinadas relativas adjetivas
explicativas o especificativas… También entendimos que, como traductores,
tenemos un compromiso cultural. Por ejemplo, el desmitificar Grecia en el texto
que trabajamos.
Con un clima espléndido y el sol
atravesando suaves nubes, el domingo 15 de abril de 2018, preparamos nuestras
cosas y nos fuimos de turistas al Parque de la sal, en Zipaquirá. Es un lugar
único donde se combinan el arte y la explotación minera. Visitamos la plaza, el
domo, la mina, el museo de la salmuera y, claro, la catedral de sal: uno de los
lugares más increíbles de la tierra.
Luego visitamos el museo arqueológico,
probamos unas deliciosas tiritas de mango en la plaza principal y cenamos en un
cafecito tradicional que tenía libros de poesía en las mesas.
El lunes volvimos a las prácticas
de traducción en la mañana. Durante la comida, Alex nos dio una sorpresa: las
frutas de Colombia. Fue increíble, una fiesta para los sentidos. Los colores,
olores, sabores y nombres de cada fruta provocaron un éxtasis de conocimiento
nuevo: uchuva, lulo, marañón, corozo, chontaduro, borojó, camu camu, arazá y
muchas más rodando por la mesa y mi cabeza.
En la tarde tuvimos dos charlas
muy interesantes sobre temas propios de la profesión. En la primera, Cómo
proponer el proyecto de traducción, Roberto Rueda Monreal nos dio muchos consejos
e ideas para lograr que una editorial nos publique. La segunda, Derechos de
autor, fue un enfoque comparativo entre Carlos, Mateo, Arturo y Estela. Esta
plática fue muy especial para mí porque me hizo ser consciente de que soy una
creadora, no una simple prestadora de servicios.
Tras el tintico y la charla
matutina del 17 de abril entramos a la práctica de traducción. Nuestro autor
invitado fue Nicolas Verdan. Teníamos muchas preguntas y comentarios sobre el
fragmento de su novela Le mur grec.
Fue muy enriquecedor conocer un autor y aprender sobre sus elecciones,
intensiones, procesos, conflictos y demás.
En
la tarde nos dieron una visita
guiada a las instalaciones del Sello Editorial Instituto Caro y Cuervo. Ahí vi
algo que me conmovió y sorprendió mucho: ¡la digitación de textos en un linotipo
original! Un linotipo es una máquina que funciona con fuentes en bronce, dentro
de un magazín que las distribuye y un crisol que funde lingotes de plomo con
las letras (tipiadas por el linotipista para trascribir un texto que se
producirá en tipografía). Fue increíble, es de esas cosas que ya casi no
existen en la actualidad.
El miércoles 18 de abril de 2018
fue nuestro último día en Chía. Por la mañana tuvimos prácticas. Al convivir
con otros descubrí que trabajo bastante bien. Quizá como siempre estamos solos
frente a la computadora no tenemos puntos de referencia. Me gustó notar
detalles pequeños como: la ubicación de la pantalla del original (Ana Flecha la
pone a la izquierda, Claudia Cabrera arriba, Carlos Fortea abajo y yo a la
derecha); escuchar que a los demás les gusta traducir porque aprenden mucho
(siempre lo he pensado); que puedo ser diferentes voces y personas (como un
actor); los vocablos nuevos y comparaciones que hacíamos entre palabras (tan
divertido); entre otros.
Por la tarde Arturo nos dio un
taller de traductología titulado Crítica de traducción. Fue muy revelador. A
partir de un texto de Jules Renard, comparamos las traducciones de Genaro
Estrada, Juan José Arreola y José Emilio Pacheco.
Después, entre aplausos, se llevó
a cabo la clausura y la entrega de diplomas. Sentada junto a Paula, reafirmé mi
deseo de contribuir a la mejora de nuestra profesión. Mateo Cardona cerró con
esta frase: «La gota que es capaz de horadar la piedra ha empezado a gotear
hoy». Yo quiero ser una de esas gotas.
En la noche hicimos una reunión
de despedida en la que intercambiamos ideas, proyectos, dulces típicos, videos
graciosos, impresiones de la vida, fue simplemente maravillosa.
Los amantes de los libros en la
FILBo son como niños en juguetería. El jueves 19 llegamos a Bogotá y todos nos
dispersamos un poco. Por ejemplo, la escritora suiza Leta Semaden, Claudia y yo
fuimos al Museo del oro y a dar la vuelta por la Plaza de Bolívar.
Pero la fuerza gravedad de ese
objeto con letras llamado libro nos atrajo hacía sí y el viernes 20 realizamos
varias actividades en la FILBo. Entre ellas: Encuentro de autores con editores,
Rueda de prensa con medios, Presentación de Claudia Cabrera: El traductor de
cristal, Presentación de ALITRAL y de la Cantera de Traductores, Presentación
de los autores invitados y obras seleccionadas para la Cantera.
La Cantera de Traductores de la
Alianza Iberoamericana para la Promoción de la Traducción Literaria fue un
parteaguas en mi carrera profesional. Aprendí que debo tener confianza en mí y
en mi trabajo. Todos los conocimientos de los organizadores y su sencillez y
carisma para transmitirlos hicieron eco en mí. Quiero participar en la
promoción la traducción al español de obras literarias escritas en francés y cada
día perfeccionar mi desempeño profesional como traductora.
Además, las amistades forjadas en
sólo siete días trascienden fronteras (Argentina, México y Colombia en
Francia).
La experiencia de la Cantera me
empoderó y me dio el empuje para defender lo que hago. Guardo tres frases en el
corazón: «Créetela», «Si estás segura de que tu traducción está bien, podrás
defenderla desde el principio» y «Que el trabajo te respalde».
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